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Nepal, mucho mas que montañas…

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Nepal, mucho más que montañas….

Una canción abre la flor de los sentidos, y en el medio de una melodía
de antiquísimos instrumentos que detienen nuestra actividad completamente,
una voz femenina, desgarrada y maravillosa, nos llena de angustia, sentimiento,
una profunda tristeza y un enorme respeto y admiración, pura fascinación.


El colorido se mezcla con una suciedad diaria, con un vendaval de fragancias
tan intensas como la sensación de que todo pende de un hilo, que en cualquier momento
podemos abrir los ojos y tener la confusa ilusión de no recordar, de haber perdido la
memoria.


Nepal, mucho más que montañas. Esta tierra por descubrir, son cielos increíbles
con el más impresionante carnaval de nubes que se puede imaginar, especial y profundamente respetuosa gente y niños, paisajes únicos, una cultura milenaria con templos y tradiciones que parecen resistir intactos al paso del tiempo, un lugar donde el silencio vive en armonía con los elementos y los Dioses.


Ciudades y pueblos son el portarretrato de un pequeño país que guarda la esencia del
pasado. El tiempo se ha detenido para no hacer desaparecer la magia de este mundo, no hay cuentos escritos ni inventados, la propia realidad es el más real, y se cuenta cada día, con un final impredecible, pero digno de contarse. Tan pocas cosas nos afectan en el siglo 21…


Estas montañas son el reclamo de Occidente, la prueba de que hablamos sobre
un lugar que existe. El más pequeño rincón en cualquier majestuoso e irreal templo es la más auténtica ceremonia, la certeza verdadera que lleva a esta gente íntegra lejos de un futuro que no les importa, porque ellos saben que el futuro nunca llega, sólo tenemos el ahora.
Miles de personas haciendo girar sus molinos de oración alrededor de estupas
y millones de banderas plegaria flotando en el aire incesante de Nepal, transforman todo
en un continuo santuario que invita a viajar más allá de los límites.


El tiempo aquí sólo son horas y minutos, ésta es la diferencia entre olvidar e intentar
vivir con plenitud, apreciando la oportunidad de estar allí, a pesar del hambre, el sol, el frío y las hostilidades.
Nepal ha convertido un lugar solitario y no demasiado amigable en un paraiso
cercano al cielo y las estrellas.
A menudo, desde las colinas de unas montañas que no terminan, agradecen el
regalo de estar despiertos, con la mejor sonrisa, una sonrisa que enamora. Es tan sencillo
o tan difícil como atreverse a creer en lo que hacemos y no limitarnos a desearlo todos los días de nuestra vida.
No pronunciemos nombres ni demos pistas, porque en el secreto está la seguridad
y el único agujero por el que escapar, demasiado lejos de la civilización, aunque el viajero
se serena y disfruta de la certeza de saber que la verdadera civilización no está aquí en
Occidente.


Hemos descubierto la felicidad real en los niños que corren salvajes sobre unas montañas
que sólo pueden verse si las desean, convencidos de que están allí, como estrellas en el cielo.
Quizás, ese Nepal tan remoto en el mapa del mundo, ha devuelto la serenidad de
valorar hasta los más pequeños detalles, la tranquilidad de escucharnos y escuchar a los demás, la capacidad de sentir y amar, pero no olvidar a nadie, vivir con intensidad y siendo coherentes, desechando todo lo que no importa y afrontando cada instante con la fuerza y el equilibrio que otorga la honestidad de ser uno mismo, sin miedo.
Durante el viaje, los días fueron pasando, y las emociones se hicieron más profundas,
atendiendo al tiempo y al espacio, el principal enemigo del viajero, que sabe que nada puede detener ni cambiar nuestro Nepal, a 8000 kms. en la otra parte del mundo y 500 años atrás en la Historia.



flores